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SHIPIBO-KONIBO COMMUNITY OF SANTA CLARA DE UCHUNYA

Estudio de caso

La comunidad Shipibo-Konibo de Santa Clara de Uchunya está luchando  contra el despojo y la devastación de sus tierras ancestrales debido a la expansión agresiva de la palma aceitera. Además de afectar de manera negativa la seguridad alimentaria y de destruir su forma de vida, la presencia de la empresa ha impulsado una feroz competencia por el control de las tierras entre grupos de colonos dedicados al tráfico de tierras y ha expuesto a la comunidad indígena shipibo-konibo a intimidaciones, amenazas y ataques. A pesar de la lucha, el Gobierno peruano no ha reconocido legalmente el territorio ancestral de la comunidad.

Producto: Aceite de palma

País: Perú

Abusos: Difamación, criminalización, amenazas de muerte, ataques violentos

Recomendaciones clave: Recomendamos que los Estados desistan de otorgar derechos adicionales a terceros que puedan afectar los territorios indígenas sin título, hasta que se implementen medidas de protección provisionales para salvaguardar tales tierras, de conformidad con las obligaciones internacionales en materia de derechos humanos

La invasión de la palma aceitera

​En 1986, la comunidad logró obtener un título de propiedad colectiva de la tierra que abarcaba 218 hectáreas. Sin embargo, esto es sólo una pequeña porción de sus tierras ancestrales.

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A partir de 2011, una porción significativa de las tierras de la comunidad ha sido deforestadas  y convertidas en plantaciones de palma aceitera por la empresa Plantaciones de Pucallpa SAC (hoy conocida como Ocho Sur P SAC), parte del “Grupo Melka” de las empresas de agronegocios.

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Plantaciones de Pucallpa sacó provecho del hecho de que el Estado no reconociera completamente el territorio del pueblo Shipibo-Konibo, explotando el tráfico ilegal de tierras y la supuesta corrupción de los funcionarios públicos del gobierno regional para acumular tierras.

“Nuestra lucha continúa” – enfrentando la dinámica de despojo​

Durante los últimos cinco años, el pueblo Shipibo ha luchado para defender lo que queda de sus bosques, aguas y formas de vida, y para evitar una mayor expansión agresiva de la palma aceitera, con algunos éxitos significativos.

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En septiembre de 2015, el Gobierno peruano le ordenó a la empresa suspender sus operaciones. En abril de 2016, la Mesa Redonda sobre el Aceite de Palma Sostenible (RSPO) emitió una orden de detención de trabajos a la empresa. En febrero de 2017, United Cacao (una de las empresas financiadoras de Plantaciones de Pucallpa) fue eliminada de la lista del Mercado de Inversiones Alternativas de la Bolsa de Valores de Londres. En diciembre de ese mismo año, un tribunal en Lima emitió una orden judicial que ordenaba a la empresa suspender inmediatamente todas las operaciones en el territorio de Santa Clara de Uchunya.

 

Sin embargo, las estructuras de impunidad en el Perú permiten que la plantación condenada siga funcionando en las tierras de la comunidad. La empresa se ha retirado de la RSPO y ha ignorado todos los demás fallos.

 

“TNo nos queda nada" - La seguridad alimentaria en riesgo

A medida que el bosque más adentro es convertido en plantaciones de la palma aceitera, la forma de vida tradicional del pueblo Shipibo se ve afectada profundamente. Donde antes había comida en abundancia, ahora es más difícil de encontrar. La comunidad debe ahora viajar mucho más lejos para cazar animales, pescar y recolectar plantas medicinales.

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“Antes teníamos todas las cosas. Para nosotros, era mercado nuestro territorio. Ahora no podemos ni caminar ni una hora, porque somos amenazados. De esa manera, yo me preocupo, mañana, más tarde, ¿qué comerán mis hijos? ¿Cómo ellos van a alimentar a sus hijos?” - Luisa Mori González , presidenta del Club de Madres y lideresa de la comunidad de Santa Clara de Uchunya

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Los arroyos han sido destruidos y los ríos están contaminados con químicos de las plantaciones. El agua no es potable. Los peces están muriendo.

 “Cualquier cosa puede pasarle a cualquiera de sus líderes" - Vivir con miedo​

Los líderes comunitarios son objeto de la intimidación, las advertencias para abandonar sus hogares, las amenazas de muerte vívidas y los tiroteos, y describen por lo tanto un creciente sentimiento de miedo.

 

"Nos encontramos bajo mucha presión, oprimidos por el miedo. La comunidad no puede ya vivir en paz por culpa de la empresa y la deforestación”.

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En julio de 2018, Carlos Hoyos escapó por poco el ser asesinado por tres hombres enmascarados cuando se encontraba con su hermano recogiendo pruebas sobre la destrucción de los bosques. Carlo dijo: “Mi salud se encuentra en pedazos por lo que pasó y el trauma que me causó. Tengo mucho miedo de volver a mi comunidad. Necesitamos apoyo para garantizar la seguridad y el bienestar de nuestras familias”.

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La casa de una familia fue destruida y sus habitantes fueron forzados a abandonarla. En 2014, a altas horas de la noche, una banda grande de hombres llegó en un camión y quemó hasta los cimientos la casa del miembro de la comunidad Huber Flores. Otros han sido objeto de intentos de asesinato.

El camino a seguir: recuperar el territorio, reclamar el futuro​

"No descansaremos hasta que logremos la titulación total de nuestro territorio, porque estas son las tierras que hemos cuidado y protegido desde los tiempos de nuestros ancestros”. - Pronunciamiento público de Santa Clara de Uchunya, julio de 2019.

 

La comunidad de Santa Clara de Uchunya no está sola. Su caso es emblemático de las continuas luchas por la tierra y la tenencia insegura a las que se enfrentan más de 1200 comunidades indígenas de la Amazonía peruana, cuyas solicitudes de títulos de propiedad de la tierra siguen sin ser reconocidas. Esto representa más de 20 millones de hectáreas de tierra.

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Para detener la violencia y la criminalización que enfrenta Santa Clara de Uchunya, se requiere una rápida, clara y segura tenencia de la tierra de todo su territorio.

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